Durante el fin de semana del 13 al 14
de abril fui partícipe del encuentro nacional del Voluntariado Misionero
Calasancio en el convento de los Padres Pasionistas en Daimiel.
Hace una semana volvía de compartir la
Pascua en Gavilanes junto a 13 personas y ahora tocaba volver a la realidad.
Pero nada más volver me propusieron una idea, participar en el encuentro
nacional del Voluntariado Misionero Calasancio.
Desde el primer momento quise ir y participar
pero di un margen de unos días para ver cómo estaba de trabajos de la
universidad. Y tras ver que no había problemas y que aquella frase que marco mi
Pascua y que me sigue resonando tanto en la cabeza. Pues a través de los demás
Dios había puesto en su boca: “Si el grano de trigo muere dará mucho fruto”, y
que mejor manera de encaminarme a ello que este encuentro.
Y llegó el viernes y tras terminar
grupos en el Movimiento Calasancio, la madre Marisol y yo pusimos rumbo a
Daimiel. El hecho de que este año se celebre en Daimiel, es el centenario de la
creación del colegio de la Divina Pastora en esta localidad.
Sobre las 20’00 h llegamos a Daimiel.
Tras nosotros llegaron la gente que faltaba y en poco más de una hora ya
estábamos allí todos: Zaragoza, Madrid, Getafe, Daimiel, Mérida, Sevilla,
Sanlucar-Chipiona. Solo faltaba Martos que llegaría al día siguiente por la
mañana.
Tras asentarnos todos en nuestras habitaciones
y la cena, procedimos a una pequeña velada preparada por Daimiel. En ella nos
pusimos en la piel del caballero Don Quijote y escenificamos algunas de sus
famosas escenas por las tierras manchegas. Para terminar el día tuvimos una
oración en la capilla de los mártires del convento donde descansan los restos
de 26 padres pasionistas jóvenes, mártires en la guerra. Y de allí todos a las
cama.
El sábado amaneció con amenaza de
lluvia. Desayunamos y nos pusimos en marcha a las Tablas de Daimiel. Y
ciertamente como se auguraba, llegando allí la lluvia se hacía presente. Es
verdad que la lluvia acorto nuestra estancia en las tablas y la oración de
contemplación de la naturaleza. Pero que es la naturaleza y su belleza, la
belleza de Dios en los arboles en los animales y como no en la lluvia. La lluvia
que tan necesaria es para poder ver florecidos los campos, para apreciar la
variedad de colores de flores a las que da vida. Por tanto vimos a Dios en su esplendor
dando vida. Y tras la visita de una zona con información de las tablas volvimos
al convento ya con la incorporación de Martos.
El ponente de aquella mañana fue el Padre
Manuel, un sacerdote perteneciente a la
orden de los padres blancos que durante 10 años ha estado en África haciendo
una labor misionera muy grande. En un primer momento nos estuvo hablando sobre
el misionero, sobre los sentimientos de compasión e indignación que este siente
en un principio cuando va a vivir su experiencia, pero que acabaran
transformándose en solidaridad, una ayuda a darle iniciativa para que ponga en
marcha sus ideas.
Al finalizar la ponencia, nos propuso
que en grupos comentáramos unas preguntas que nos proponía y que luego pondríamos
en común. En mi grupo pude tener el reflejo de muchas personas que habían
vivido una experiencia de misión y todo aquello que habían sacado de ellas.
Es cierto que estuve algo callado,
porque no había tenido unas experiencias como aquellas, pero en un momento dije,
voy a dar mi pequeña experiencia de un solo día, de lo que ven mis ojos día a
día y de lo que hasta el momento había escuchado. Y saque una conclusión clara:
en los países pobre la gente se ha conformado con lo que tiene, mientras que
nosotros somos unos inconformistas nunca nos conformamos. Y todas estas
experiencias deben buscar eso el equilibrio, el ir de misión ayuda a que ellos
no se conformen y luchen y nos ayuda a nosotros a no ser tan inconformistas y
de verdad luchar por lo que necesitamos.
Terminada comida y descanso, volvimos a
ponernos en marcha. Al principio tuvimos el testimonio del Padre Manuel durante
sus diez años de misiones, todo lo que había vivido inmerso en una guerra civil
entre tribus y todos buenos momentos que compartió. Y para finalizar nos puso
un video de fotos de su experiencia. Luego pasamos a poner en común lo
trabajado por la mañana.
Finalizada la puesta en común tuvimos
un kit-kat para la merienda, el padre
Manuel se despidió de nosotros, con todos nuestros agradecimientos por tan gran
experiencia y pasamos a la asamblea, donde se habló de la situación del
voluntariado en cada parte de España. La asamblea fue dirigida por Miguel de
Martos. Se fue lugar por lugar hablando de la situación, nuevas
incorporaciones, actividades para recaudar fondos para la las misiones y a que
se iban a dirigir. También se hablo de meterse más en el mundo de internet, un
Voluntariado Misionero Calasancio 2.0 en términos informáticos. Es decir la
colonización de las redes sociales como modo de interactuar entre los
diferentes lugares del VMC y con gente cercana a ello.
También se saco en claro que la
situación de cada VMC es diferente y que cada uno utiliza unos medios para
sacar fondos, y que unas veces unos
tienes mejores rachas que otros. Pero esto tiene que seguir luchando por seguir
todos adelante.
Al finalizar la asamblea y tras todo el
día viendo cómo funcionaba todo el grupo la gente, ratifique muy claramente
como al principio pensaba que quería pertenecer al grupo, debía ser trigo que
debe darse entero, para el que lo necesita, para que ese fruto crezca. Y lo propuse
a Isabel de Getafe y sin ningún problema me aceptaron a seguir con ellos la
andanza del voluntariado a lo que estoy muy agradecido.
El sábado termino con un paseo por
Daimiel, teniendo el privilegio de ver la ermita del Jesús Nazareno y el museo
de su cofradía.
Y el sábado llevo al domingo y tras
dejar recogidas las habitaciones que nos habían dejado los padres pasionistas y
meter las maletas de los coches, pusimos rumbo al colegio de la Divina Pastora
donde tuvo lugar la misa de envió donde a todos nos embargo esa fuerza, que fue
trasmitida en un abrazo de envió a estos misioneros en su experiencia que
vivirán este verano y que el VMC vivirá aquí. Tras poner fin a la misa de envío
fuimos a la inauguración de la exposición sobre las misiones que haciéndola
coincidir con el encuentro del VMC, que prepararon por motivo del centenario.
Por último regresamos al convento
pasionista donde se puso fin al encuentro. Y al final de todo esto saco algo
muy en claro: ME SIENTO MUY ORGULLOSO DE PERTENECER AL VMC A PARTIR DE HOY Y DE EMPEZAR A APORTAR ESE GRANO DE TRIGO QUE
SOY PARA QUE UN DÍA MUERA Y DE FRUTO.
Alberto González, Getafe