Así podría resumir mi experiencia vocacional.
Estas palabras “cuando el Amor se hace Escuela”, expresan la melodía que suena en mí o la cancioncilla que tarareo cada mañana. Así que voy a intentar compartir, a modo de notas musicales, lo que para mí supone e implica definirme como Ana, religiosa Calasancia.
Empiezo por aquí. En el Amor y en la vida, siempre hay un momento oportuno. Antes o después, te preguntas por lo que de verdad hace latir tu corazón o por lo que moviliza tu vida entera. Y entonces, descubres (menos mal) que no hay frases hechas, recetas o respuestas aprendidas que te indiquen el camino a seguir sino que sólo la experiencia de un amor; la historia de vida; y la memoria hecha intuición, te mostrarán el “deseo profundo que te habita”.
Una experiencia de amor. ¿Quién se atreve a traducir un lenguaje que parece olvidado y además sólo se entiende a golpe de latidos del corazón? Con la frescura del beso en la mañana y la ternura del abrazo en la noche, Dios se va haciendo hueco en mi vida. El Dios de la Vida hace que me sienta feliz en medio de mis líos y deslíos. Esta es la primera vez que me pregunto quién soy, qué es lo que verdaderamente me hace feliz, y cuál es el amor de mi vida. Y mira por donde, el Buen Dios me sale al encuentro.
Una historia de vida. Nada de cosas raras y extrañas. Todo es más simple. ¿Cómo ir respondiendo a estos interrogantes? Estudio, salgo con los amigos, entreno, vuelvo al Movimiento Calasancio, de vez en cuando dejo cabida al silencio….¡vivo! pero poniendo más atención a todo cuanto me sucede. Dios, el que antes os dije que se fue colando en mi vida, utiliza la técnica del “todo sigue igual pero si me dejas todo va a cambiar”. Y es que así fue. Son las personas, las situaciones, los amores y desamores, los que me fueron mostrando lo que Dios quería de mí….y ¡madre mía!... Sentía que mi corazón latía con más fuerza que nunca pero del mismo modo temblaba ante el nuevo horizonte que iba intuyendo.
La memoria hecha intuición. He hablado del amor, de la vida, de situaciones y experiencias cotidianas que se iban grabando en mi memoria. Pero, ¿Cómo se pasa de la memoria a la intuición? Esta es la clave que hace que las notas de mi vida suenen con gusto y armonía. Es lo que yo llamo “momentos apalabrados”. Me explico. No encuentro un modo mejor. Para enterarme del Sueño de Dios, me tuve que acercar a Su Palabra….y descubrir que era el regalo más preciado para mi pequeña vida.
En estos momentos apalabrados capto la invitación clara de Dios a Ser Calasancia; me descubro libre y liberada para amar de un modo alternativo, apasionado y gratuito; me hago pregunta abierta al mundo; y acojo la misión más bella y noble del mundo… evangelizar educando.
El amor de mi vida es la escuela donde veo crecer a los pequeños y jóvenes que me hacen sentir madre, discípula y maestra. Es la escuela la que me ha enseñado que la lección más importante y decisiva es encontrar el amor de tu vida, pues ésta es la razón que te hará levantarte cada mañana y tu más hondo querer.
Y yo, pues ya sabes ¿no?... Ana: cuando el Amor se hace Escuela.