He vivido entre mejicanos, Senegaleses y Guineanos la experiencia de
sentir que el mundo es uno, plural y diverso, pero uno; que somos hermanos y
que lo que tengo no es todo mío sino que parte es de ellos porque los recursos
de la tierra, los hemos mal repartido y que por ello lo que hago en mi día a
día les afecta. He aprendido a orar en diferentes lenguas a llamar a Dios
padre, tare wua o notre pere. A compartir las dificultades del camino de igual
a igual porque al final la vida nos iguala; a mirar el diamante escondido, como
decía Calasanz, aunque lo que se vea sea el diamante en bruto recubierto de
muchas capas; a tomar una mano y llevar a la escuela;
a escuchar el silencio de la soledad que susurra lo esencial, eso que es
invisible a los ojos; y sobre todo a coleccionar sonrisas. Sin darte cuenta un
día te encuentras con una y te la quedas porque te ha enamorado y cuando
piensas que esa sonrisa no puede llenarte más, aparece otra y piensas que has
tocado el cielo. Pero hay más y al día siguiente, escondida tras el dolor,
recibes otra y así poco a poco las vas pegando al corazón y comienzas a
aprender el arte de vivir con tantos rostros que te llenan.
Mucha gente
importante, antropólogos, historiadores, ingenieros, científicos y algún que
otro religioso/a han planteado sus conocimientos sobre el continente africano
desde diferentes perspectivas: social, científica, tecnológica, religiosa…y sus
estudios, reflexiones, vivencias nos han ido ilustrando sobre la historia de
este enigmático continente.
Yo no poseo esos
conocimientos, ni la sabiduría suficiente para aportar, en este pequeño ratito
juntos, muchos datos, ilustrar su historia con grandes acontecimientos o hablar de los avances tecnológicos de las
últimas décadas.
Tan solo tengo el corazón
lleno de nombres, con sus sonrisas!!!!! Y eso es lo mejor que me he traido. Como
bien dice nuestro buen amigo Pedro Casaldáliga:
Al final del camino me dirán:
¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré mi corazón lleno de nombres.
Os deseo que
descubráis este arte y que llenéis vuestro corazón de nombres…solo hay un
requisito previo: sonreir.
Isabel
Gutiérrez
Voluntariado
Misionero Calasancio
1 comentario:
Gracias Isabel por hacerme caer en la cuenta de la importancia que tiene la vida cotidiana y pequeña. Solo en ella se encuentra a Dios en el otro.
Sigue llenando tu corazón de nombres y de sonrisas.
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