Desde que me dijeron hace 2 años, que se iba a realizar un Encuentro Internacional con todos los colegios del Instituto Calasancio, yo no me lo creía, lo veía como algo muy difícil, y eso que me gusta mucho los retos…
¿Cómo iban a venir calasancios de América, de África y de India…y se iban a juntar con todos nosotros en España?
Pues sí, se puede hacer, y en primer lugar quiero agradecer a la o las personas que se le ocurrió esa idea que el Señor y el P. Faustino Míguez, puso en sus pensamientos, y además a las personas que lo organizaron y llevaron a cabo este sueño.
Ya hace 3 meses desde que fui al EIC y la JMJ en Madrid. Al principio todo era expectación. En primer lugar tenia ganas por conocer a M. Olga, fiel seguidora de este blog, a las personas que venían de fuera de España: los argentinos, uruguayos, nicaragüenses, colombianos, ecuatorianos, chilenos, las chicas de Guinea y más fuerte aún, a Mary Anne de Camerún, con la que tenía que hablar en Inglés… (intentando buscar frases para comunicarme con ella). Además del reencuentro con mis amigos españoles.
La noche anterior de llegar a Getafe, no podía dormir, estaba deseando que llegara la hora de partir allá y miraba muchas veces el blog.
Una vez que llegué, lo primero que sentí, aunque no nos habíamos visto nunca y muchos vivíamos a miles de kilómetros, era como si nos conociéramos de toda la vida y me sentí como una gran familia: “LA FAMILIA CALASANCIA”. Y en ese primer instante me acordé de todo lo que el Beato Faustino Míguez y las Religiosas Calasancias habían obrado durante estos 126 años, y aunque somos muchos más, éramos el fruto de esa misión en la que estamos trabajando día a día.
Todo lo que allí estaba sucediendo era como un sueño. No me podría creer que yo tuviera la suerte de poder vivirlo y compartirlo con todos vosotros.
Los juegos, las dinámicas, la obra de teatro sobre el P. Faustino, que estuvo espectacular, hasta que llegó el día de las culturas... ¡qué nervios!, desde que supe que tenia que bailar una jota típica de Daimiel, y más en público… Yo creía que las actuaciones iban a ser algo sencillo, sin importancia…¡Menudo nivel!, desde los primeros hasta los últimos, fue algo impresionante y que nunca habría imaginado, y fue un momento muy bonito de compartir al resto de hermanos un pellizco de nuestras tierras.
Los días iban pasando y, cada vez que me levantaba, era con mucho ánimo porque sabia que me iba a reencontrar con vosotros, rezar “los laudes” con el Padre Guillermo, al que agradezco todo su esfuerzo y cariño que prestó a cada uno de los que estuvimos allí, y que cada mañana nos transmitía lo mejor que nos puede pasar a un cristiano: escuchar la Palabra de Dios y rezar como comunidad cristiana que somos.
Aunque el cansancio y el ir y venir de un sitio a otro pudiera hacer mella en nuestro físico, mentalmente me hacia cada vez más fuerte. Un ejemplo de ello fue esa tarde “fresquita” en la Puerta de Alcalá. Yo creía que me fallaban las fuerzas. Incluso una Madre Escolapia japonesa me abanicaba. Hasta que de pronto... Vicky se presentó en mi camino. A ella le faltaron esas fuerzas, y sin dudarlo me levanté y me puse a ayudar, en la medida de lo posible, a las Religiosas que estaban con las jóvenes que sufrían algún desmayo. Fue algo especial para mi. El Señor me quería decir que no hay que bajar la guardia y, aunque uno este mal, siempre hay otro peor y necesita de nuestra ayuda y debemos ponernos a su servicio.
Que decir de la Gran Fiesta de la familia Calasancia, estoy muy orgulloso de ser un miembro más, y me emocionaron mucho las palabras y los momentos que tuve con la M. Sacramento Calderón, al igual que las demás Religiosas Calasancias en esos días. su cercanía, su acompañamiento y su amor hacía al carisma calasancio, nuestra identidad, solo decir GRACIAS.
La JMJ fue también muy especial para mi, porque me dieron la oportunidad de poder vivir momentos únicos, que no pudieron experimentarlo todos en primera persona, como el poder ir a recibir al Santo Padre al aeropuerto y estar cerca de Él en la Vigilia de Cuatro Vientos.
Llegué a casa y muchas veces me acuerdo y leo todo lo que habéis vivido en esos días. Incluso cuando veo los vídeos con las fotos y las imágenes, me emociono, y lo pongo una vez y otra.
Doy gracias a Dios, que nos permite estar en contacto por los medios de comunicación, y poder recordar todos estos momentos y vivencias. Y, aunque no sabemos si nos veremos otra vez en nuestras vidas, esto nos acerca un poquito más de nuestros lugares de origen.
Como dice nuestra canción: “Ya no hay fronteras, estamos unidos, tu corazón en el mío, es la manera de vivir el amor…”
Un beso y un abrazo muy fuerte a todos y todas, y que Jesús, por intercesión del P. Faustino, nos proteja y acompañen siempre.
¿NOS VEMOS EN BRASIL?
Domingo Cano, Daimiel