17 de abril de 2012

LA PASIÓN EN GAVILANES

Al que más o al que menos le cuesta salir de su casa, abandonar la normalidad del día a día para enfrascarse a un ambiente desconocido y presentarse ante una nueva realidad con buena disposición.

El lugar elegido, en el que jóvenes calasancios de toda España nos reuniríamos para celebrar el triduo Pascual, fue Gavilanes (Ávila)




En esos días no solo importaba la necesidad o las ganas que tuviera cada uno de pararse y compartir su tiempo con los demás, sino el hecho de acompañar a Jesús y rememorar el por qué de sus actos y su entrega de
amor sin medida.

Nada más llegar nos pusimos al servicio del grupo, acondicionamos la casa, preparamos los sitios donde pasaríamos más tiempo (Tabor, Betania, Cenáculo y Ain Karem) y compartimos, en la medida de lo posible, nuestro tiempo con el pueblo: participamos en las distintas celebraciones, visitamos a una de las familias que allí residían y disfrutamos de la compañía de los niños buena parte de nuestras mañanas.

Si algo destacaría de esta Pascua es el grupo humano que nos hemos juntado (Alberto, Encarni, María, Mª Ángeles, Marta, Marina, Ely, Rocío, Antía, Santi, Noemí, Gusti, Laura y Pili), realmente hemos vivido en comunidad, como una auténtica familia y eso es muy enriquecedor.

Daba gusto llegar a Betania (nuestro lugar de encuentro), al calor de la chimenea y compartir una anécdota, una reflexión que te surgiera durante el día, una inquietud que abordaba tu corazón, una canción al son de la guitarra…

Ha sido un tiempo donde las palabras en muchas ocasiones sobraban, porque hay gestos que hablan por sí mismos…un silencio compartido, una mirada, una sonrisa, un abrazo, unos ojos vidriosos, un suspiro…Han sido días de compartir de manera espontánea, donde el amor que allí había era decidido y con sentimiento. Donde el día del amor fraterno no dejó indiferente a nadie, todos recibimos muchos de esos pequeños detalles que la vida nos regala y donde hubo gente que se hizo muy presente a pesar de no estar allí físicamente; pero no solo en el día del amor fraterno se sentía eso porque en todo momento se hablaba de corazón a corazón. Un tiempo vivido intensamente, tanto a nivel personal como comunitario, un tiempo de, por y para Dios.

No tengo otra manera de expresar lo que siento que con un sincero GRACIAS por compartir conmigo esos días, por ser cada uno de vosotros un regalo e instrumento de Dios y por confirmarme que viviendo lo calasancio se es feliz ¡GRACIAS!

Noemí Santiago

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Noemi, como siempre MUCHAS GRACIAS, no solo por tu testimonio sino por tu "ser calasancio" con el que nos ayudas y alientas a seguir siempre adelante. ¡Sigue así!

Anónimo dijo...

Curiosa tu experiencia de comunidad. ánimo y para delante. un beso a todos los que habéis vivido está Pascua calasancia.